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Un coctel azul

El sainete que protagoniza el jefe nacional del PAN, es oootra llamada para que las huestes blanquiazules insten a sus jefes partidarios a regresar a sus orígenes de democracia interna

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Tigres de papel

Por Francisco Javier Mares

El sainete que protagoniza el jefe nacional del PAN, es oootra llamada para que las huestes blanquiazules insten a sus jefes partidarios a regresar a sus orígenes de democracia interna.

Solitos no lo van a hacer, no por lo pronto y, definitivamente, no en Guanajuato.

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Ahí queda ya para la historia del folclor político mexicano, la confesión de Marko Cortés, un dirigente derrotado antes de la pelea:

«La única que tenemos realmente posibilidades, es Aguascalientes. Se los digo en casa, la única gubernatura que tenemos posibilidades de ganar, reales, auténticas y bien ganada es esta. No hay más. Está muy complicado Durango, Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo y Oaxaca, ¿qué les cuento?”, es Aguascalientes. Y ahí tenemos la responsabilidad de hacerlo bien”, dijo al gobernador de Aguascalientes, Martín Orozco.

Como aderezo, la inopinada incompetencia en el manejo de crisis en un partido político de corte gerencial, hunde todavía más en el desasosiego a la cofradía del CEN panista y a sus liderazgos comedidos.

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Y la cosa se pone peor.

-…Marko también adelantó que van a perder la elección presidencial del 2024 -‘Le dije: ¿entonces qué andas haciendo buscando la presidencia del partido?’ y me dice: ‘es que se va a perder el 22 y el 24’.

Marko reviró en su cuenta de Twitter: “Mientes Martin Orozco. No le hagas el juego a López Obrador. La gran batalla y el adversario está afuera. No adentro del partido. Ganamos en Aguascalientes en 2019 y en 2021, no por ti, sino a pesar de ti, y ganaremos en 2022”.

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Si bien, desde su origen -el Partido de Acción Nacional fue fundado en 1939-, los diferendos entre los líderes y entre los militantes de élite del blanquiazul -que suelen lavar la ropa sucia en casa y tenderla afuera-, no son cosa nueva -Efraín González Luna hablaba de ‘construir ciudadanía’, mientras que a Manuel Gómez Morín, urgía ganar elecciones- su propio momento político -el saldo judicial de su cercanía con Enrique Peña Nieto; la pérdida consecutiva de gubernaturas; su ‘Alianza’ con el ‘odiado’ PRI y con esa entelequia que responde aún al nombre de PRD-, apremia a los azules en la disyuntiva.

En 1982, con la aparición de ‘los Bárbaros del Norte’, los panistas se descubrieron en la encrucijada de reivindicar su doctrina o dar entrada a los empresarios que tocaron a la puerta del partido, dinero para las campañas en mano -‘para eso y más…’, les diría ahora una Bárbara de estos rumbos.

A mitad de los 80′, el fenómeno fue definitorio en Guanajuato. Vía la AIG, en historia harto conocida, los empresarios locales pujaron por la franquicia y echaron con cajas destempladas al líder doctrinario Pablo Alvarez Padilla, para sustituirlo con un dirigente a sueldo, el duranguense Ricardo Alfredo Ling Altamirano -quien con los años se confirmaría como un auténtico ‘Cazador de nóminas’, hasta la fecha, en algún rincón del Gobierno del estado-. En Guanajuato, los hombres del capital se quedaron con el partido.

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Con el siglo XXI, el PAN alcanzó por fin el poder nacional ansiado. La militancia decidió que su candidato a la presidencia de la República en el año 2000, sería el gobernador de Guanajuato, Vicente Fox y Quesada, y el voto mayoritario de los mexicanos lo hizo presidente -Diego Fernández de Cevallos, no apoyó la candidatura de Fox y puso en duda la legalidad -de su ilegalidad había consenso, realmente-, de los recursos de ‘los Amigos de Fox’.

En retrospectiva, una ojeada a los nombres y a las currículas de los dirigentes nacionales del PAN más recientes, bastaría para explicar el desgarriate en el que tienen convertido a su instituto político: Marko Cortés; Damián Cepeda; Ricardo Anaya; Gustavo Madero -firmante del ‘Pacto por México’ peñanietista-; César Nava; Germán Martínez; Manuel Espino -y antes, Luis Felipe Bravo Mena, actual ‘representante’ del Gobierno de Guanajuato en la Ciudad de México,

César Nava afilió a cualquier cantidad de mexicanos que compartían en poco o nada la doctrina de los fundadores -acaso le suene conocida la estrategia de Juan Manuel Oliva, en el triunfo de la precandidatura de Juan Carlos Romero Hicks, sobre Eliseo Martínez Pérez; y, enseguida, para obtener la suya propia, por encima de Javier Usabiaga Arroyo y Luis Ernesto Ayala Torres -más que dispuesto a ir por la revancha en 2024–. Aquí, toda semejanza es cualquier cosa, menos una mera coincidencia. Con Nava, vino la separación del partido de Manuel Espino…

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En 2017-2018, Ricardo Anaya, dueño del partido, facturó la candidatura presidencial a su nombre -y se fue, es un decir,  Margarita Zavala, esposa-de-ya-saben-quién.

Históricamente, en la mayoría de sus divergencias los panistas logran acuerdos que avivan la dinámica interna de la Institución -así se reserve la cúpula, las decisiones importantes-. En Guanajuato, en el sexenio de Miguel Márquez Márquez, se cortó por lo (in)sano: oficializaron estatutuariamente al ‘dedazo’, como la manera (anti) democrática más conveniente, no para resolver las diferencias internas, sino para extinguirlas y decidir sin tropiezos las candidaturas.

LO BESÓ EL DIABLO

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A pesar del estercolero en el que se da, todavía hay quienes festinan y asumen con esperanza que -en la versión del gober de Aguascalientes-, Marko Cortés haya mencionado al gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, como uno de los prospectos a la candidatura presidencial de Acción Nacional en 2024.

En rueda de prensa, Martín Orozco, después de calificar como ‘una desfachatez y un descaro’, la reelección de un presidente del PAN, con esa visión de derrota, reveló que Marko Cortés le compartió que buscarían impulsar a los gobernadores de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez; al gobernador de Yucatán, Mauricio Vila o la gobernadora de Chihuahua, María Eugenia Campos “para ver qué logramos rescatar en el 24”.

Ups.

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Que a un político, no Diego Rodríguez, a cualquiera, se le mencione con posibilidades de ‘abanderar’ a su partido en una contienda que se adivina perdida, y únicamente en el afán de ‘rescatar algo’, dista mucho de ser una distinción apreciable, se acerca más al ‘uso’ de la persona que a la entrega de ‘un premio de consolación’, incluso; el gobernador de Guanajuato, en más de una ocasión, ha dicho que la candidatura presidencial no está en su ruta ¿Ahora?

La tormenta arrecia. El exgobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, el mejor calificado del país, dijo en entrevista que el dirigente del blanquiazul ‘debe de irse del partido para que el PAN regrese a sus orígenes’.

“Si no se va ahorita, porque los estatutos le permiten quedarse, se tiene que ir tarde o temprano”. “A mí Marko Cortés no me representa”, remata lacónico el queretano.

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En Aguascalientes, Martín Orozco recapituló que en 2019, el PAN perdió Puebla y Baja California; en el 20, elecciones en Coahuila e Hidalgo, casi desaparece el partido, y en el 21, perdieron Baja California Sur y Nayarit…

Pero Marko Cortés fue reelecto para tres años más, apenas el pasado dos de octubre. En el Consejo Político del PAN la votación de los consejeros arrojó 229 votos a favor, dos en contra y cero abstenciones. En Guanajuato, obvio, cerraron filas con su líder. ‘Quid pro quo’.

Cualquiera que sea su suerte política en el futuro cercano, Marko Cortés -por cierto, cercanísimo a la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez-, deja en el panismo la huella indeleble de ir a las elecciones de la mano del PRI, el partido que nacieron para combatir, y que ahora tendría un argumento convincente para ser ellos quienes desdeñen la Alianza, porque: ¿Quién quiere acompañar al que se sabe un perdedor?

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(A) LA JAULA

Adiós a las Julcas

Por fin, en Guanajuato al menos en el papel, las Julcas escapan a la esfera de control del Ejecutivo, para ir a los dominios del Poder Judicial, como siempre debió haber sido. Inicia el Nuevo Sistema de Justicia Laboral. Son cuatro juzgados de oralidad ubicados en León, Irapuato, Guanajuato y Celaya, para dar servicio a los 46 municipios del estado. 20 jueces, 34 secretarios instructores y 23 actuarios. Héctor Tinajero, presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, promete transparencia y acceso a la información. Se busca reducir los tiempos de resolución de los procesos. Aunque en Guanajuato el porcentaje de conciliación es de 68 y se espera alcanzar el 80 por ciento. El discurso de siempre. En León, adiós a las viejas Juntas Locales de Conciliación y Arbitraje, ‘en las graditas’, ahí en la Juárez, primero, y hasta ahora en el Bulevar Venustiano Carranza, allá en el barrio de San Miguel. A los que todavía llegaron allí, les dieron la nueva dirección: vaya a la antigua ‘Plaza del Mariachi’. Ahora, a fuerza, los asalariados deberán intentar ‘conciliarse’ con su empleador, y solo después les admitirían una demanda en el Tribunal Laboral ¿Que si esto es garantía de una retribución justa y de enterrar los ‘sabadazos’ en los que de/noche/de/madrugada, patrones y esquiroles saquean de fábricas y talleres, máquinas y materia prima, para dejar en la calle a los trabajadores? No.

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