¿Sabías que si acostumbras a tomar la siesta podrías subir de peso?

La siesta, una práctica común en muchas culturas, no es igual para todos. Según Marta Garaulet Aza, catedrática de Fisiología en la Universidad de Murcia y directora del grupo de investigación en Nutrición del Instituto Murciano de Investigación Biomédica (IMIB), los beneficios o riesgos asociados con la siesta están determinados por factores genéticos y culturales, además de la duración de esta.

Garaulet explicó que estudios realizados en gemelas y mellizas han revelado que la propensión a dormir siesta tiene un componente hereditario. Actualmente, se están identificando genes específicos asociados con esta predisposición. Sin embargo, no solo la genética juega un papel: el tiempo que dura la siesta puede ser determinante en sus efectos sobre la salud.

¿Cuánto tiempo es suficiente?

Según Garaulet, una siesta corta, de menos de 30 minutos, es beneficiosa. Ayuda a mejorar el estado de alerta y contribuye al bienestar sin alterar los ritmos circadianos. Sin embargo, una siesta larga, de más de 30 minutos, puede asociarse con riesgos, como un mayor riesgo de obesidad debido a alteraciones en el tejido adiposo.

La experta señaló que siestas prolongadas pueden reducir hasta un 83 % la expresión de genes metabólicos clave, como los relacionados con el metabolismo lipídico e insulínico, además de favorecer la inercia del sueño, una sensación de confusión y mareo al despertar, similar a haber interrumpido el sueño nocturno profundo.

Para evitar estos efectos, se recomienda tomar siestas cortas, preferiblemente en el sofá y no en la cama, para minimizar el riesgo de entrar en un sueño profundo que altere los ritmos circadianos.

Cultura y obesidad

Curiosamente, los efectos de la siesta varían según las costumbres culturales. En países donde no es tradicional, como Inglaterra, la siesta se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad. Por el contrario, en regiones donde forma parte del estilo de vida, los efectos pueden ser distintos.