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Entre balas y virus

La pandemia del covid-19 no oculta y, menos, frena el drama de la violencia asesina en el estado

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Por Francisco Javier Mares

No. Contra lo que evidentemente ansían los gobiernos estatal y municipales de Guanajuato, la pandemia del covid-19 no oculta y, menos, frena el drama de la violencia asesina en el estado. La mortalidad del virus es una broma frente a la eficacia de la delincuencia.

Leemos:

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En León encuentran dos cuerpos en bolsas negras a la medianoche del sábado, en el Malecón del Río de Los Gómez a la altura de la colonia San Jerónimo -un destino frecuente como los alrededores de ‘Los Cárcamos’-, detallito que curiosamente no repunta en los medios tradicionales.

En Celaya, a tiros y detonación de granadas, desconocidos mataron a tres policías municipales emboscados por una decena camino a una comunidad rural.

En Salamanca, asesinaron a dos ‘lavacoches’, un par de muchachos de unos 20 años de edad. Los mataron a tiros frente a su centro de trabajo en la colonia San Juan de Presa.

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En Irapuato, un ataque en la Colonia Los Álamos dejó a un hombre muerto y a otro herido. Sucedió en la colonia Los Álamos. En la calle Bejuco, si le interesa el dato.

También en Irapuato ultimaron a balazos a una mujer adentro de su casa. El homicidio fue la noche del sábado -en la víspera del ‘Día de las madres’, apuntan ingeniosamente los diarios-, por ahí de las 11 de la noche en el Fraccionamiento ‘Galaxia El Naranjal’ -vaya nombrecito del residencial-.

En Apaseo el Alto, los restos de una persona descuartizada fueron localizados en la esquina de la avenida Revolución con la calle Campeche en la colonia El Rejalgar. Los dejaron al pie de un poste de luz, en una bolsa negra.

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En Acámbaro ejecutaron a tiros a un hombre en la comunidad de Munguía. Llegaron unos tipos en un vehículo, le dispararon y huyeron.

En Pénjamo, un motociclista murió luego de que hombres armados lo alcanzaron y dispararon con armas de fuego.

Y así.

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Ah, en Valle de Santiago, al interior del penal de ‘máxima seguridad’ Cereso Mil, sigue la No Violencia, y ahora, difundida en videos que además confiesan que ahí todos los reos traen celular, en una riña resultaron dos heridos -pero ‘leve’-, se apresura a mitigar la Secretaría de Seguridad del estado.

Todo esto ocurrió de sábado a domingo, pero sucede todos los días. En Guanajuato, hace rato que se agotó el discurso y todas su variantes -harto malitas, dicho sea de paso-, al gobernador, a su secretario de Seguridad, a su fiscal autónomo y ni qué decir a su vocera -¿Sigue ahí?-, Sophia Huett.

El crimen sobradamente organizado en Guanajuato según demuestran sus números y la impunidad, no sabe de virus y pandemias y esas cosas raras. Maneja su agenda a satisfacción. Ni quién le estorbe, ni siquiera ‘la autoridá’.

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EL VIRUS ES UN MEME

El gobernador del estado, Diego Rodríguez, hizo caso al asesor equivocado y renunció al liderazgo político que urgía Guanajuato para hacer frente al virus covid-19. Se refugió en los brazos del empresariado -siempre, fatalmente una pésima idea-, para repartir créditos, y acompaña a su secretario de Salud, Daniel Díaz, en el corte de listones. Eso, eso es administrar, no gobernar.

Su aviso tempranero -otra vez, en una interpretación cómoda de la autonomía municipal que consagra el 115 Constitucional-, de que cada alcalde podía hacer lo que le diera su creativa y regalada gana para enfrentar la pandemia, presagiaba un desastre -La ‘Ley de Murphy’ sentencia que si algo puede salir mal saldrá mal-. Y ocurrió.

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Nadie acercó al gobernador siquiera un decálogo de líneas generales de actuación que dieran carácter de política estatal a la estrategia de Guanajuato contra el coronavirus. Nada. Resultó lo que sería obvio hasta para el más ñoño aspirante a analista político.

Resulta que si al presidente municipal de Uriangato se le ocurren cosas distintas a su par de Moroleón -así los separe una calle-, la conducta ciudadana en emergencia será una chulada. Y así, los alcaldes -sin facultades, sin autoridad, de lógica, sentido común o liderazgo, ni hablamos-, se han dedicado, locos felices, a violentar reglamentos, leyes y hasta la Constitución federal -en su apartado sacrosanto de las garantías individuales ¿De cuando acá un humilde jefe municipal se permite restringir la libertad de tránsito? ¡Ah, pos ora! Lo que hacen Héctor Germán René, Ricardo Ortiz, Beatriz Hernández o Elvira Paniagua, es de camisa de fuerza.

Seamos claros. Diego Sinhue Rodríguez Vallejo se equivocó hasta ahora. Ordenar la disposición de hospitales y medicamentos es responsabilidad de un buen secretario de Salud. Daniel Díaz, salvo un protagonismo medio extraño, lo hace bien. Pero eso no llena las expectativas propias a un gobernador. Su tarea a esperar, ahora, es la de un jefe político. Y no: Ad/mi/nis/trar no es Go/ber/nar. Para eso, ya bastante tenemos con el presidente municipal de León.

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A propósito. Algo tiene que hacer YA, Diego Rodríguez con el alcalde de León, su compañero de sector y de partido Héctor Germán René López Santillana. Si gusta, deje de lado las responsabilidades como gobernador. Porque a ver. En León, viven un millón 600 mil personas. Ahí hay más de una quinta parte del electorado de Guanajuato. Para los fines que convengan, al gobernador le van a cargar el saldo de las torpezas del presidente municipal de León. Sencillito. En un contexto nacional, nadie va a hablar del alcalde, van a decir: ah, es que el gobernador no pudo. Conste.

A la hora del cierre de ‘Tigres …’, el ‘Reporte Vanderkam’ nos dice que suman ¡25! los asesinatos en mayo en León. Y apenas escribimos a 10. ‘Día de las Madres’, sí, claro. 

Si el presidente Andrés Manuel López Obrador no nos queda mal, este martes habla de la violencia en Guanajuato. ‘Mañanera’ obligada. Les avisaron. Es el tema. Muertes por todos lados…

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LA JAULA

En el pico de la pandemia del covid-1, el alcalde de Guanajuato, el panista Alejandro Navarro, juntó a la gente para cortarle el pelo en el jardín de ‘El Cantador’. Diosito, haz algo.

Correspondencia: tigresdepapel001@gmail.com

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