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Escalofriante
La pandemia y la violencia criminal tienen atrapado al estado de Guanajuato en una espiral de muerte…
Por Francisco Javier Mares
La pandemia y la violencia criminal tienen atrapado al estado de Guanajuato en una espiral de muerte.
El número de víctimas fatales de la covid-19 avanza sin obstáculos en las pistas de la sociedad y el gobierno, hasta niveles que alarman al país.
Y los asesinatos se multiplican en una agenda sangrienta que dictan los grupos criminales, nunca las acciones, imperceptibles además, de la autoridad.
El domingo identificaron a ‘El Hachita’. El jueves habían encontrado su cuerpo ‘embolsado’, atado con cinta canela, a mitad de la calle principal de San José el Alto, comunidad de León a la salida a Silao, engullida por la mancha urbana. Había salido de su hogar la noche anterior. No se supo más de él. Tenía 33 años de edad. Le reconocían en el futbol del llano. Era ingeniero en Sistemas Productivos por la UTL. Excompañeros, la familia y la institución le despidieron en las redes…
Luego, un lunes cualquiera en Guanajuato:
León. Traspuesta apenas la media noche, un hombre de 41 años de edad fue acribillado a tiros a las puertas de su domicilio en la colonia Delta de Jerez, Los sicarios lo encontraron recargado en su camioneta. Lo mataron. Los vecinos dicen que sonaron siete, ocho balazos.
Y pasadas las siete de la mañana, en Paraíso Real, atrás de Villas de San Juan, donde cinco días antes el gober y el alcalde entregaron unas cien casas, encontraron los cuerpos de tres ejecutados. Disparos al pecho y la cabeza.
En Valle de Santiago, camino a la comunidad de La Hoyuela abandonaron a una mujer decapitada. El cuerpo, semidesnudo, envuelto en una cobija. Unos pasos adelante la cabeza de la víctima, y a su lado la consabida cartulina con un mensaje amenazador.
Los restos de otra persona desmembrada, depositados en bolsas negras, fueron encontrados en la colonia Campo Azul, de Celaya. Los policías detuvieron a tres hombres y a una mujer con armas de fuego, cartuchos… y cartulinas.
A un abuelo, tenía 67 años de edad, lo sacaron a rastras de su vivienda en la colonia Linda Vista, de Salamanca. Ahí en la calle lo asesinaron de un balazo en la cabeza, delante de su familia. Eso fue a las diez y veinte de la mañana.
En Yuriria, tirado en una vereda de terracería entre las comunidades El Cimental y Palo Alto, se encontró a un hombre muerto. Las autoridades se reservaron los pormenores.
A la tarde, de manera anónima se guió a las autoridades a la comunidad de Purísima de Temascatío, limítrofe entre Irapuato y Salamanca, hasta las fosas clandestinas de las que ya les habían alertado el domingo. Entre la maleza, seca y alta, finalmente las encontraron. Cinco fosas y seis cuerpos, nada más para comenzar. Necesitaron del auxilio de los bomberos de Irapuato, para alcanzar los cadáveres a dos metros en el lecho del Río Temascatío, sin agua en esta temporada…
El más reciente y disparatado intento de alejar a los familiares y colectivos de la búsqueda de los desaparecidos -con el argumento locuaz de ‘protegerlos’ del coronavirus-, por supuesto, no funcionó. A las autoridades, vaya usted a saber por qué, se les complica entender que las denuncias ciudadanas -anónimas y todo-, lejos de agotarse se incrementarán, y que así como ahora en los límites de Irapuato y Salamanca -y antes en Salvatierra, Cortazar o Acámbaro-, llevarán ahí a los deudos, a los buscadores y a los medios de comunicación. Les ha de parecer terrible.
La violencia no cede. Y si un día, una semana, un mes desciende el promedio de asesinatos, ello obedece a la lógica de la acción de los criminales, no al desempeño de los cuerpos policiales estatales o federales -los municipales, son una broma-, de lo contrario, al día, la semana o al mes siguiente los índices no se dispararían con la misma intensidad e impunidad previas a la medición optimista. Quien diga lo contrario miente. No hay maquillaje disponible que enmascare los números en ese fin, suficientemente.
Ya desde la era de ‘los judiciales’ de cadenas de oro como cota de malla, el Ministerio Público ‘emparejaba’ su estadística con la consignación de averiguaciones a raterillos de medio pelo; amenazas; incumplimiento de las obligaciones familiares; injurias; daños; fraudes menores. El truco no es nuevo. No es esa la ‘efectividad’ que se reclama al fiscal Carlos Zamarripa.
Y A LA PAR LA PANDEMIA
El lunes, el municipio de León rompió la marca de los tres mil muertos por covid-19. El acumulado de víctimas mortales a ese día, fue de 3 mil 31, desde la declaratoria de la emergencia sanitaria, en marzo de 2020.
Un dato alarmante en el estado es la muerte de dos infantes, un niño de 10 años que padecía diabetes y una niña de 11 años con hipertensión arterial severa -Guanajuato reporta 10 fallecimientos de menores de edad, el primero el 16 de mayo del año pasado.
Los estados del país más afectados por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, son:
- La Ciudad de México, con 503 mil 290 contagios y 23 mil 883 fallecimientos, encabeza el registro.
- El Estado de México, con 199 mil 361 contagios y 25 mil 724 muertes.
- Y el estado de Guanajuato, con 112 mil 574 contagios y 8 mil 754 decesos.
En marzo hará un año de la aparición de los primeros dos casos de covid-19 en Guanajuato -día 15, un hombre y una mujer en León-, y nada parece funcionar en los intentos de contención de la pandemia en la entidad -para no hablar de paliar el naufragio de la economía de emprendedores, empleados y trabajadores-. Ni el decreto de los ‘cubrebocas’, ni los policías, los inspectores y las multas como recursos únicos de alcaldes atrabiliarios. Nada. Eso es lo que dice la estadística.
De manera dramática, el propio Grupo parlamentario dominante en el Congreso de Guanajuato, el del Partido de Acción Nacional ha retratado las dos caras de la tragedia, la pandemia y los asesinatos, que ensombrece a Guanajuato.
Este lunes murió su diputada por León, Beatriz Yamamoto Cázarez, a consecuencia de la covid-19. Suplente de Alejandra Gutiérrez Campos, apenas 11 días atrás, el jueves 28 de enero, Beatriz Yamamoto rindió protesta para cubrir la licencia de aquella.
Y también en el primer mes del año, el día 12, fue asesinado en Juventino Rosas el diputado local panista Juan Antonio Acosta Cano. Un desconocido se acercó a él mientras hacía caminata en la zona centro de ese municipio, y le disparó a la cabeza.
El saldo mortal de la pandemia y de la violencia criminal sistemática, como extensión del calvario ciudadano, golpean justo al centro del poder político de Guanajuato.
Así nos adentramos, ahora sí, en este 2021.
(A) LA JAULA
Juan Manuel Oliva…
Seguramente lo recuerdan por películas como: ‘El PAN es Amor’, ‘Mi Sangre Azul’ o ‘El Olimpo de Morín’. Fue Gobernador de Guanajuato. Sí, por el PAN, claro. Bueno, pues ahora es un coordinador más en la campaña del candidato priista a gobernador de Nuevo Léon. Irá con todo contra el aspirante blanquiazul. Él sabe cómo hacerlo. Que no se ha ido del PAN, pero que ‘cree en el proyecto de los priistas’. Que porque el valor fundamental es la democracia, oiga.
Ah, qué tiempos aquellos en los que se rasgaba las vestiduras azules.
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