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Un caso para ‘la araña’
En la cuenta regresiva rumbo al relevo de los 46 ayuntamientos, gana el interés por conocer a quienes quedarán a cargo de los aparatos de la seguridad pública
Por Francisco Javier Mares
En la cuenta regresiva rumbo al relevo de los 46 ayuntamientos del estado de Guanajuato, trámite que ha de solventarse el próximo domingo 10 de octubre, gana el interés por conocer a quienes quedarán a cargo de los aparatos de la seguridad pública municipales.
Pongamos que hablamos de León.
Su población, 1 millón 721 mil 215 habitantes, al censo del Inegi 2020, obviamente la más numerosa del estado de Guanajuato y la tercera más grande del país; su condición de la economía más consolidada de la entidad; su etiqueta política como estandarte de los gobiernos panistas; e infortunadamente la relevancia nacional de la violencia criminal en ascenso incontenible que la postra, la hacen objeto de atención obligada.
Ese domingo 10 de octubre, la panista Alejandra Gutiérrez Campos relevará en el cargo a su compañero de sector y de partido, Héctor Germán René López Santillana; ha sido así, entre socios del mismo club partidario, desde el primero de enero de 1989 -a excepción del trienio 2012-2015, que les arrebató María Bárbara Botello Santibáñez, expriista ahora.
Hemos escrito aquí que pocos esperan demasiado de la gestión de la segunda alcaldesa del municipio, más allá de un relevo generacional en la gerencia de la ciudad; peor aún, desde los albores de las campañas electorales, advertimos también que Alejandra Gutiérrez se presentaba a la contienda sin una sola idea concreta sobre tema alguno -tal y como lo evidenció de inmediato en el foro organizado por la Ibero León-, especialmente grave en materia de seguridad -el largo paréntesis entre la jornada electoral y la toma de posesión confirmaría la observación.
En un giro interesante, políticamente correcto, pero evidentemente intrascendente -dadas las posiciones partidarias encontradas o lo ‘fumadas’ que son algunas de esas ideas-, Alejandra Gutiérrez invirtió un buen porcentaje de sus vacaciones políticas en reencontrarse con sus adversarios eventuales, en el peregrino intento de cosechar iniciativas recuperables. Tomaron café y compartieron ‘selfies’. Nada más.
A propósito del tema que nos ocupa, en su declaración más reciente, la semana que recién terminó, la presidenta municipal de León electa, ha bordado sobre lo mismo: una retórica vacía.
Adelanta, por ejemplo, que en la Secretaría de Seguridad Pública municipal se hará una reestructura ‘integral’ -cualquier cosa que ello signifique, más allá de la asociación de ideas con el ‘PAN’ de caja.
Que se trabaja en una reestructura importante en la secretaría de Seguridad para fortalecerla -“Esta reestructura también atenderá la conformación de la policía municipal desde la parte legal, en atribuciones de los perfiles y cargos”-, y aquí lo interesante: “además de la propia conformación y también fortalecer los perfiles que más adelante les estaremos presentando…” Gutiérrez Campos, entonces, nos dice y no, que Mario Bravo, el jefe de los gendarmes, se va.
Mario Bravo Arrona -formado en la Academia Metropolitana de Policía de León, y exjefe de escoltas del gobernador Diego Rodríguez-, llegó ahí en junio de 2019, para el segundo trienio de Héctor Germán René, en reemplazo de Luis Enrique Ramírez Saldaña -todo un desastre-. En su presentación, dijo “estar seguro de alcanzar a reducir los índices delictivos a los que se enfrenta León en la actualidad” -trágicamente, eso no pasó.
Alejandra Gutiérrez Campos manda decir a los ciudadanos que dará a conocer los nombres de su gabinete por ahí del 8 o el 9 de octubre, es decir, en la antesala de la fiesta de apertura.
Por supuesto sería absurdo reclamar a cualquiera de los jefes de las policías municipales del país, y por ende a sus subordinados, un combate ‘serio y sostenido’ -dirían los juristas-, además de exitoso, al crimen organizado, están en una desventaja dramática en número de efectivos, armamento, equipo de defensa y hasta capacitación. No es por ahí…
EL RELEVO POLÍTICO
Sin embargo, las (in)capacidades de su jefe supremo, el alcalde, hacen lucir a los policías de León, pese a los recursos económicos y el estatus poblacional de la ciudad que defienden, como incompetentes, negligentes y hasta corruptos. En esa posición los coloca la abulia manifiesta de Héctor Germán René López Santillana para gobernar o, mínimo, para establecer, en los hechos, una relación sana y redituable -el estado en el medio-, con las fuerzas federales -que comenzaría con el intercambio institucional de información veraz y oportuna.
Han sido, en cambio, seis años de discursos autoexculpatorios, quejas plañideras y huidas reiteradas.
Los seis años de Héctor Germán René López Santillana hundieron a León en una violencia criminal impune y en el agravio a los derechos humanos de la sociedad organizada que protesta ese estado de cosas. Más allá de escabullirse de intentar siquiera articular los esfuerzos de la población al enfrentar el embate de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 y su ‘Covid-19’, en la salud de las familias; de la asfixia a la economía doméstica; del protectorado a los amigos de su gobierno, expuesto en los contratos bajo sospecha que se denuncian por decenas en las redes sociales, esa será su herencia.
Alejandra Gutiérrez Campos será la primera presidenta municipal de León, emanada de las filas del Partido de Acción Nacional -la primera mujer en ese encargo, lo hemos apuntado ya, es María Bárbara Botello Santibáñez-; fue tesorera municipal, con el neomorenista Ricardo Sheffield Padilla como su jefe; se desempeñó como diputada federal y local; y en su encumbramiento como candidata, durante la campaña y después de la victoria electoral, se ha revelado como ahijada política de Marko Cortés, en camino libre a reelegirse como presidente del CEN del PAN -y a quien el Imuvi, gustoso, ofrecería en crédito uno de sus ‘depas’ en la colonia Las Américas, dada su condición de viajero frecuente a León.
Alejandra llega al mejor lugar -de su carrera política, hasta ahora-, en el peor momento. Si bien, haga lo que haga, su gestión difícilmente sería peor que la de quien la antecede, mucho tendrá que esmerarse para recuperar algo de lo mucho que León perdió en estos seis años: la seguridad en su vida cotidiana, para no abundar más: hasta las tres de la tarde de este domingo, día 19, se habían cometido ya ¡57 Asesinatos! en León, en septiembre.
En León, como en prácticamente todos los municipios de Guanajuato, el jefe de los policías ha sido designado por el secretario estatal de Seguridad, Alvar Cabeza de Vaca -¡viva la autonomía de los municipios!-, quien difícilmente aceptaría dejar el nombramiento del titular de la seguridad pública del municipio más poblado de Guanajuato, fuera de su esfera de influencia…
Los ‘perfiles’ adecuados y las identidades, son incógnitas a resolver pronto -sea para satisfacer una mera curiosidad malsana, o bien para ir a comprar otro rosario como refuerzo-. Todo un caso para ‘la araña’…
(A) LA JAULA
El miedo y la simulación.
Este domingo 19 de septiembre se conmemoró el 36 aniversario del sismo de 1985 y el año cuarto del ocurrido en 2017. A consecuencia del primero, se creó la Ley general respectiva. Se instaló además en esa fecha el ‘Día Nacional de la Protección Civil’. En ese propósito se realizó el segundo Simulacro Nacional. Se trata de preparar la reacción inmediata de los ciudadanos ante un desastre. El de 1985, fue un sismo de magnitud 8.1 a las 7:19 horas, con epicentro en el océano Pacífico, en la costa de Michoacán. La cifra oficial de víctimas fatales fue de 3 mil 192. Las estimaciones independientes rondan las 20 mil. El sismo de 2017, tuvo una magnitud de 7.1. Se registró a las 13:14 horas. Epicentro en el límite entre los estados de Puebla y Morelos. Su saldo mortal fue de 369 personas, 228 en la Ciudad de México. Apenas días atrás, los sismos asomaron al estado. Hubo miedo, porque pocos creen las versiones oficiales. El ‘No Pasa Nada’, que antecede a la tragedia. Acá, hasta aguaceros y presas, son amenazas. Así, en las ciudades de Guanajuato, León, como botón de muestra, la señalética de ‘Punto de Reunión’, en restaurantes, edificios de departamentos, oficinas y hasta escuelas, se coloca en paredes y puertas. Y ninguna autoridad las ve. No, pos sí.
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